
Si todavía nos sabés que pedirle a papa Noel acá te damos un tip.
Pedí un libro chick lit y distendete en tus vacaciones con historias como la tuya.
Felices fiestas te desean las autoras de esta colección
Julia
Viviana
Verónica
Celia
Marina
Mujeres independientes que se quiebran los domingos a la tarde por falta de caricias conyugales, compradoras compulsivas de objetos de diseño, hábiles estrategas en la búsqueda de novios que nunca llegan, amigas fieles y confidentes; ésa es la imagen que devuelve el espejo de los libros escritos por y para mujeres, un nicho casi bulímico que el mercado ha llamado chick lit y que genera tanto éxito como pronto olvido.
Por Natali Schejtman
Lo vemos, lo olemos, lo sentimos. El mercado ya no le habla a una ama de casa ni a una joven naïve que busca –y que declara buscar– a su príncipe azul. Las revistas, los programas de televisión y también los libros afilaron el target de la mujer consumidora y ahora vemos a una Nancy Dupláa interpretando a una abogada fálico-exitosa que grita no saber cocinar un pollo, o secciones de recetas semanales que trastrocaron los criterios de “necesidad”, “sencillez” y “practicidad” barnizándolos con pinceladas de placer y hedonismo. En tanto, las novelas rosas se volvieron fucsias estridentes y lo que se narra allí es una sucesión de dificultades y sinsabores coyunturales, o bien la profundización de aquello que le escapa a la feliz foto familiar. En algunos géneros, además, esto se suma al retrato detallado de los momentos de diversión, a una clara descripción de la ciudad en este momento y al éxtasis autogestionado, dirigidos a una especie de nueva receptora que se siente interpelada.Claro que aquí los clichés también existen y los estigmas se reformulan. ¿Pero qué se edita hoy, en la Argentina y en el mundo, bajo el implícito título de “Literatura para mujeres”?
Para empezar, una novedad de impronta argentina sobrevuela en el viejo y conocido mundo del chick lit. Aquel género rotulado por Cris Mazza y Jeffrey DeShell al publicar su antología Chick lit: ficción postfeminista en 1995 y que conoció la masividad con una periodista gordita llamada Bridget Jones, inventada por Helen Fielding y llevada dos veces al cine y con cuatro amigas neoyorquinas comandadas por otra periodista, Carrie Bradshaw (hechas serie y película). Mujeres automantenidas, de profesiones vistas como creativas y glamorosas –periodistas, diseñadoras de moda– que combinan como finas dosis de un brebaje infalible la realidad de las espectadoras con su aspiración, lo que una generación de mujeres es con lo que quisiera ser. Sus amigas son todo, el amigo gay es la mezcla perfecta de chica y chico, los sueldos son abultados y les alcanzan para comprar zapatos con nombre y apellido; les encanta el sexo y no siempre lo relacionan con el amor, ven pasar candidatos sin sentirse juzgadas por eso. Pero a veces, caen: el patrón apologético de la amistad y del sexo libre se ensombrece un domingo a las 17 pm cuando falta la caricia conyugal, sus trabajos poderosos y envidiables no les dejan tiempo para “lo que realmente importa”, su independencia furiosa las deja insatisfechas y débiles. Ese es, más o menos, el mundo del chick lit, con unas cuantas variantes que se han desplegado en más de 10 años de libros best seller. Y éste sería su ADN: “Me llamo Samantha, tengo 29 años y en la vida he horneado un pastel (...). Lo que sí sé es modificar un contrato financiero y ahorrarle a mi cliente 30 millones de libras”, como dice la protagonista de La reina de la casa, criatura delineada por Sophie Kinsella, autora de la serie Loca por las compras. También están los libros que intentan “educar” el gusto por la moda y por los lugares más exclusivos de las grandes ciudades, como El diablo viste Prada (llevado al cine con el nombre de El diablo viste a la moda) o Las rubias de la 5ta avenida, dos exitazos con protagonistas más y menos huecas, nerviosas y planas. Y sí, una agilidad admirable. Por supuesto, en todos estos casos la paradoja es evidente: si fueran hombres los embanderados en todos los items que defienden estos libros, la crítica censora sería, directamente, punitiva.
Pero queda claro que si la identificación es una de las búsquedas del género, la producción local tenía que hacer algunas adaptaciones. Tal vez es un círculo vicioso: ellas escriben, venden de a montones y pueden seguir manteniendo esa vida tan brillante para contar. Pero aquí, como es sabido, ni la creatividad se paga tan bien ni tampoco, hay que decirlo, culturalmente las mujeres son tan marqueras. Afortunadamente, varias de las novelas argentinas publicadas bajo estas premisas esquivan las características más irritables del género.
Sudamericana ha sacado bajo uno de sus sellos una colección de chick lit local. Florencia Cambariere, editora de la colección, explica las principales diferencias con la importada: “Quisimos hacer chick lit local, entre otros motivos, para lograr una mayor identificación de las lectoras argentinas. Si bien las mujeres del chick lit son posfeministas bastante glamorosas, resulta bastante improbable que alguna argentina use zapatos de 400 dólares como Carrie Bradshaw. Pero, además, una de las diferencias principales es el lenguaje, además del contexto social. En las novelas argentinas hay una apropiación del lenguaje que no es el mismo, hay un código en el lenguaje que es mucho más nuestro. Por otro lado, en las traducciones hay una inverosimilitud que pesa mucho a la hora de leer”.
Casi todas narradas desde una primera persona furibunda, el resultado varía en cuanto a su relación con el cliché y con esa faceta de manual de la mujer independiente que valora la amistad, pero en gran parte para poder hablar con sus compinches de sus aventuras y búsquedas amorosas. Algunas, sin faltar a las pautas, mencionan el aborto o se meten en los temas con mayor dramatismo, pero sin perder nunca decibeles. Todas cumplen con las características del entretenimiento –si no hay primera persona habrá mucho diálogo– y la ambición de llegar a un público tal vez no muy lector. Tenemos que hablar, escrito por la crítica de teatro Celia Dosio, cuenta la vida de tres mujeres insatisfechas que a la misma edad, y habiendo sido compañeras del colegio, viven realidades diferentes: una es madre y está achatada por la vida de ama de casa, la otra es una loba del derecho y la tercera una soltera que sí, busca un novio. En clave más de comedia y con situaciones desopilantes, Los enredos de la srta. Pacman, de Marina Macome, se pasea por distintos registros y plantea momentos extremos.
Verónica Schulman, autora de Sábados de súper acción (con una tapa que muestra la caricatura de una mujer depilándose mientras ve la tele y tiene un pote de helado de compañía), narra en su primera novela el mes a mes de Moro, una estudiante de Letras de la UBA de casi 30 años, muy clase media y psicoanalizada que intenta resolver los verbos problemáticos de su vida: como diría Freud, amar y trabajar. La escritora cuenta que se enteró de la existencia del género después de haber empezado a acumular sus anécdotas relacionadas con el universo femenino y no fue mucho lo que tuvo que hacer para adaptar el anecdotario a una novela costumbrista femenina: “traté de hacer un enfoque diferente de los vínculos. Uno a veces quiere a los amigos y a veces no los quiere, somos complejos. Por otro lado, también aparece mucho el tema de los fracasos amorosos. Eso humaniza al género”.
CONTINÚA...Los invito a entrar al blog http://luz-camara-acepto.blogspot.com/ Allí pueden dejar comentarios, seguir la prensa del libro y leer un poco más de lo que no se dijo en la novela.Contacto con la autora: luz.camara.acepto@gmail.com
Prólogo
Ser independiente, tener un ingreso digno como para ir de shopping, tomarte los taxis que quieras, hacerte los tratamientos de belleza que se te antojen, y viajar por el mundo, todo muy lindo. Pero cuando llega ese momento de la semana en que podés hacer uso de tu tan holgada libertad, portando las nuevas y valiosas adquisiciones encima de tus carnes embadurnadas de cremas anti-age, y lo único que ves cuando salís a la calle son tórtolos canallas besuqueándose frente a tus narices, además de hermosos y felices vástagos hamacados por sus enamorados progenitores y familias ´´tipo´´ sonriendo radiantes ¿sabés dónde querés meterte todo ese provechoso capital con el que dicen que contás? Admitámoslo ¡¡¡En ese momento lo único que te interesa, a pesar de ser moderna, feminista y autosuficiente, es casarte y tener un montón de hijos!!! Este es el planteo inicial que nos hace la protagonista de este libro. Una joven y exitosa mujer quien, a lo largo de este libro, nos hará partícipes de los locos encuentros y desencuentros mediante los cuales intentará encontrar al amor de su vida. El libro incluye un ´´Test de admisión´´ a través del cual las mujeres van a poder evaluar a su candidato
Estamos recorriendo todas las revistas y ¡claro! No podíamos ser menos ¿Acaso no somos una de las principales metrópolis latinoamericanas? Las argentinas nos merecíamos nuestro Chick lit, sentirnos identificadas con personajes que podíamos reconocer y ahora podemos hacerlo: las calles de Buenos Aires pueden volverse tan glamorosas como las de cualquier ciudad o igual de solitarias y el amor... el amor porteño no tiene nada que envidiarle a los amores de otras urbes, somos ideales para hacer arte sobre amores no correspondidos y cualquier letra de tango prueba eso.
¡Pero no somos un tango! Y aunque a veces nos sentimos así de nostálgicas como “Siempre se vuelve a Buenos Aires a buscar, esa manera melancólica de amar...”, también podemos sentirnos la más linda de la fiesta, “La reina de la noche, la diosa del vudú”
En esa mezcla, en esa riqueza de sensibilidad, está la mujer porteña y es por eso que nos merecíamos nuestra propia colección de Chik lit ¿verdad que sí?
Verónica Schulman
"Lanzaremos una colección de autoras argentinas con la que buscamos lograr mayor identificación con situaciones más cercanas. Casi todas las autoras de chick lit son anglosajonas y las traducciones de los libros son bastante inverosímiles. Si bien las conflictivas femeninas son universales, depende el contexto, se presentan distintas. Buscamos recrear la Buenos Aires de hoy", dice Florencia Cambariere, editora de Random House Mondadori.
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La "chick lit" se viste a la moda Con el reciente estreno de "Sex and the City" se afirmó el subgénero de la literatura para mujeres. Ya se prepara el desembarco de este estilo aquí. Por Adriana Lorusso.
Nota suplemento Ñ junio de 2008