domingo, 21 de diciembre de 2008

Navidad chick lit


Si todavía nos sabés que pedirle a papa Noel acá te damos un tip.
Pedí un libro chick lit y distendete en tus vacaciones con historias como la tuya.

Felices fiestas te desean las autoras de esta colección

Julia
Viviana
Verónica
Celia
Marina

viernes, 12 de diciembre de 2008

LECTURA FÁCIL PARA LA MUJER MODERNA

TENDENCIAS

La nueva educación sentimental

Mujeres independientes que se quiebran los domingos a la tarde por falta de caricias conyugales, compradoras compulsivas de objetos de diseño, hábiles estrategas en la búsqueda de novios que nunca llegan, amigas fieles y confidentes; ésa es la imagen que devuelve el espejo de los libros escritos por y para mujeres, un nicho casi bulímico que el mercado ha llamado chick lit y que genera tanto éxito como pronto olvido.

Por Natali Schejtman

Lo vemos, lo olemos, lo sentimos. El mercado ya no le habla a una ama de casa ni a una joven naïve que busca –y que declara buscar– a su príncipe azul. Las revistas, los programas de televisión y también los libros afilaron el target de la mujer consumidora y ahora vemos a una Nancy Dupláa interpretando a una abogada fálico-exitosa que grita no saber cocinar un pollo, o secciones de recetas semanales que trastrocaron los criterios de “necesidad”, “sencillez” y “practicidad” barnizándolos con pinceladas de placer y hedonismo. En tanto, las novelas rosas se volvieron fucsias estridentes y lo que se narra allí es una sucesión de dificultades y sinsabores coyunturales, o bien la profundización de aquello que le escapa a la feliz foto familiar. En algunos géneros, además, esto se suma al retrato detallado de los momentos de diversión, a una clara descripción de la ciudad en este momento y al éxtasis autogestionado, dirigidos a una especie de nueva receptora que se siente interpelada.

Claro que aquí los clichés también existen y los estigmas se reformulan. ¿Pero qué se edita hoy, en la Argentina y en el mundo, bajo el implícito título de “Literatura para mujeres”?

Mujercitas

Para empezar, una novedad de impronta argentina sobrevuela en el viejo y conocido mundo del chick lit. Aquel género rotulado por Cris Mazza y Jeffrey DeShell al publicar su antología Chick lit: ficción postfeminista en 1995 y que conoció la masividad con una periodista gordita llamada Bridget Jones, inventada por Helen Fielding y llevada dos veces al cine y con cuatro amigas neoyorquinas comandadas por otra periodista, Carrie Bradshaw (hechas serie y película). Mujeres automantenidas, de profesiones vistas como creativas y glamorosas –periodistas, diseñadoras de moda– que combinan como finas dosis de un brebaje infalible la realidad de las espectadoras con su aspiración, lo que una generación de mujeres es con lo que quisiera ser. Sus amigas son todo, el amigo gay es la mezcla perfecta de chica y chico, los sueldos son abultados y les alcanzan para comprar zapatos con nombre y apellido; les encanta el sexo y no siempre lo relacionan con el amor, ven pasar candidatos sin sentirse juzgadas por eso. Pero a veces, caen: el patrón apologético de la amistad y del sexo libre se ensombrece un domingo a las 17 pm cuando falta la caricia conyugal, sus trabajos poderosos y envidiables no les dejan tiempo para “lo que realmente importa”, su independencia furiosa las deja insatisfechas y débiles. Ese es, más o menos, el mundo del chick lit, con unas cuantas variantes que se han desplegado en más de 10 años de libros best seller. Y éste sería su ADN: “Me llamo Samantha, tengo 29 años y en la vida he horneado un pastel (...). Lo que sí sé es modificar un contrato financiero y ahorrarle a mi cliente 30 millones de libras”, como dice la protagonista de La reina de la casa, criatura delineada por Sophie Kinsella, autora de la serie Loca por las compras. También están los libros que intentan “educar” el gusto por la moda y por los lugares más exclusivos de las grandes ciudades, como El diablo viste Prada (llevado al cine con el nombre de El diablo viste a la moda) o Las rubias de la 5ta avenida, dos exitazos con protagonistas más y menos huecas, nerviosas y planas. Y sí, una agilidad admirable. Por supuesto, en todos estos casos la paradoja es evidente: si fueran hombres los embanderados en todos los items que defienden estos libros, la crítica censora sería, directamente, punitiva.

Pero queda claro que si la identificación es una de las búsquedas del género, la producción local tenía que hacer algunas adaptaciones. Tal vez es un círculo vicioso: ellas escriben, venden de a montones y pueden seguir manteniendo esa vida tan brillante para contar. Pero aquí, como es sabido, ni la creatividad se paga tan bien ni tampoco, hay que decirlo, culturalmente las mujeres son tan marqueras. Afortunadamente, varias de las novelas argentinas publicadas bajo estas premisas esquivan las características más irritables del género.

Sudamericana ha sacado bajo uno de sus sellos una colección de chick lit local. Florencia Cambariere, editora de la colección, explica las principales diferencias con la importada: “Quisimos hacer chick lit local, entre otros motivos, para lograr una mayor identificación de las lectoras argentinas. Si bien las mujeres del chick lit son posfeministas bastante glamorosas, resulta bastante improbable que alguna argentina use zapatos de 400 dólares como Carrie Bradshaw. Pero, además, una de las diferencias principales es el lenguaje, además del contexto social. En las novelas argentinas hay una apropiación del lenguaje que no es el mismo, hay un código en el lenguaje que es mucho más nuestro. Por otro lado, en las traducciones hay una inverosimilitud que pesa mucho a la hora de leer”.

Casi todas narradas desde una primera persona furibunda, el resultado varía en cuanto a su relación con el cliché y con esa faceta de manual de la mujer independiente que valora la amistad, pero en gran parte para poder hablar con sus compinches de sus aventuras y búsquedas amorosas. Algunas, sin faltar a las pautas, mencionan el aborto o se meten en los temas con mayor dramatismo, pero sin perder nunca decibeles. Todas cumplen con las características del entretenimiento –si no hay primera persona habrá mucho diálogo– y la ambición de llegar a un público tal vez no muy lector. Tenemos que hablar, escrito por la crítica de teatro Celia Dosio, cuenta la vida de tres mujeres insatisfechas que a la misma edad, y habiendo sido compañeras del colegio, viven realidades diferentes: una es madre y está achatada por la vida de ama de casa, la otra es una loba del derecho y la tercera una soltera que sí, busca un novio. En clave más de comedia y con situaciones desopilantes, Los enredos de la srta. Pacman, de Marina Macome, se pasea por distintos registros y plantea momentos extremos.

Verónica Schulman, autora de Sábados de súper acción (con una tapa que muestra la caricatura de una mujer depilándose mientras ve la tele y tiene un pote de helado de compañía), narra en su primera novela el mes a mes de Moro, una estudiante de Letras de la UBA de casi 30 años, muy clase media y psicoanalizada que intenta resolver los verbos problemáticos de su vida: como diría Freud, amar y trabajar. La escritora cuenta que se enteró de la existencia del género después de haber empezado a acumular sus anécdotas relacionadas con el universo femenino y no fue mucho lo que tuvo que hacer para adaptar el anecdotario a una novela costumbrista femenina: “traté de hacer un enfoque diferente de los vínculos. Uno a veces quiere a los amigos y a veces no los quiere, somos complejos. Por otro lado, también aparece mucho el tema de los fracasos amorosos. Eso humaniza al género”.

CONTINÚA...
hacer click para leer la nota completa : Nota en las 12 (Suplemento de Página 12)


Gracias Natalí por tu apoyo a la colección.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Nuevo libro de la colección


LOS ENREDOS DE LA STA PACMAN de Marina Macome

Salvo calorías, Isabel Reilly no tiene mucho para contar. Su corta vida parece signada por pésimas decisiones y mala suerte. La bancarrota económica y una madre que la sueña las 24 horas del día camino al altar la llevan a aceptar como legítimo esposo a un aspirante a metrosexual que llora de emoción al escuchar las canciones de Michael Bolton y sueña en transformarse en un político mediático como su padre. Así, con un matrimonio recién estrenado que vino fallado, transcurren sus días sin pena ni gloria confirmándole sus sospechas: "Los cuentos de hadas sólo le ocurren a las demás mujeres". Ella parece resignada a aceptar su destino, hasta que un accidente doméstico la deja de cara frente a la muerte. Isabel se salva de puro milagro pero no encuentra motivos para festejar. Su vida no ha pasado ante sus ojos en flashbacks, lo cual le genera un crudo cuestionamiento: "¿Hay una VIDA para repasar?"Al llegar a la conclusión de su franca inexistencia, Isabel decide que es hora de despertar del letargo. Una sucesión de hechos y encuentros insólitos impulsará a esta anti heroína de nuestro tiempo a embarcarse en una aventura inolvidable. Los enredos de la Señorita Pacman es una novela desopilante y auténtica. Por momentos historia de amor, por momentos thriller, y por momentos, tragicomedia. Marina Macome se atreve a jugar con todos los registros de la ficción. Con un valor pocas veces visto lleva a sus personajes a límites insospechados, y allí donde parece que no tienen redención, los salva.